REFLEXIONES DE GUILLE....

EL PODER DE LA EDUCACIÓN

Hay veces que en partidos en los que, tanto como jugador, como entrenador de niños o como árbitro le dan a uno ganas de abandonar este deporte, los sacrificios puestos en la cancha, el sudor derramado, lágrimas (Porque no)… Así como el placentero sabor de los grandes triunfos. Yo soy un aficionado de los de otros tiempos, cuando este deporte se diferenciaba muy mucho, de otros deportes más sucios a los que poco a poco hoy en día se va pareciendo. Yo recuerdo la época cuando darse la mano con el otro entrenador era un símbolo de respeto mutuo sincero más que una mera obligación, cuando el público jaleaba a su equipo, y nada más… ¿Cuánto nos queda de ese deporte? A veces menos que un puñado de nostálgicos…
          Me asquea seguir viendo jornada tras jornada lo que muchos clubes de nuestro entorno hacen con el futuro del deporte que amo, y ver además como los árbitros se lo permitimos (Y sí, me incluyo), como los padres lo aplauden y como yo en mi papel de entrenador trato de explicar a mis niños, impotente, que eso está mal, y que el jugar limpio y trabajar bien les dará un resultado que a años vistas no pueden observar.

Cada vez que dejamos a un niño soltar una galleta desproporcionada, fingir una falta inexistente o simplemente desarrollar un juego sucio, le estamos dando las herramientas para entrar en el camino fácil de resultados nefastos para su formación, y resultados bien asegurados. Ya no hablo de protestar al árbitro lo cual está de por sí completamente desproporcionado, y desde mi punto de vista desde bien pequeño se debe de sancionar como conducta impropia de un deportista.
Hay veces que llego a casa y no sé si olvidarme de la pelota naranja, o si luchar contra los “molinos de viento” de miles de otros que hacen su trabajo de este modo, hay veces que me apetece llamar sinvergüenza a más de un entrenador o árbitro cuando le estrecho la mano, y quizás el no hacerlo me hace no soportarlo cuando me lo llaman a mí. Hay veces que siento la necesidad de coger a mis niños y marcharnos del pabellón, y como quien dice: “Que juegue su tía”…
          Es todo un problema de educación, cada día nos encontramos con entrenadores maleducados, jugadores maleducados, árbitros chulos… Y yo el primero, con un público más futbolero que otra cosa, y que no hace más que insultar… ¿Se ha perdido la educación?¿nos está costando la salud como deporte? Que bello era aquello de ser amateurs, y aquello de “Que gane el mejor”… Se ha perdido la decencia en el Baloncesto…

Y si no dejo de hacer esto es porque esta relación de amor que tengo por este deporte me hace tener la falsa ilusión de que yo con mi poca voz puedo cambiar algo sobre el futuro de estos chicos, y hacer que a su vez influyan sobre otros chicos, quizás como hoy lo hace mi gran amigo Dani con sus niñas (Aunque aún le hace falta aprender a escuchar a sus mayores), o mi amigo Jesús en la Palma… Quizás lo hago solo por ver sus sonrisas, o como el trabajo de verdad surte efectos sobre ellos, o porque me piden que siga con ellos, porque no se me van a otros clubes pese a ser mejores esos clubes en resultados que el nuestro… Sinceramente, no sé porque me quedo, tengo más por lo que pedir perdón a este deporte que motivos para que el baloncesto me dé las gracias a mí… quizás sea por eso… Sigo aquí, porque te debo mucho… Y no sé si algún día podré devolvérselo… Seguiré intentándolo al menos una semana más.